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Desde hace años, el dióxido de azufre y los sulfitos se utilizan como un aditivo eficaz para mejorar la conservación de múltiples alimentos: bebidas, conservas, embutidos, fruta desecada, pescados y mariscos, galletería, entre otros.

Los sulfitos (SO2) son un aditivo alimentario eficaz, inocuo y necesario que no representan un riesgo para la salud en la mayoría de la población. El Reglamento (CE) 1333/2008 determina las cantidades máximas permitidas en cada tipo de producto alimenticio.

A pesar de su amplio uso y eficacia, su metabolización en el organismo, gracias a la enzima sulfito oxidasa, puede causar reacciones negativas en personas con sensibilidad a esta sustancia.

Por este motivo, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) fija un máximo de ingesta diaria acumulada de 0,7 mg/kg.

Además, el Reglamento UE 1169/2011 estipula la obligación de que todas las empresas que suministran alimentos faciliten la información sobre sus ingredientes alergénicos. En el caso de los sulfitos, la normativa europea establece que si un alimento contiene más de 10 mg/kg o mg/L debe indicarse en su etiquetado.

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Autor: Itziar Miguel